JACK JOHNSON: UN K.O. AL PREJUICIO


“I'm Jack Johnson. Heavyweight champion of the world. I'm black. They never let me forget it. I'm black all right! I'll never let them forget it!”

(Soy Jack Johnson. Campeón del mundo de los pesos pesados. Soy negro. Siempre me lo recuerdan. ¡Pues sí, soy negro! ¡Y siempre se lo recordaré!)

El boxeador Jack Johnson ha pasado a la historia como uno de los primeros simbolos del combate contra los prejuicios raciales en la cultura norteamericana moderna. Desafió todas las reglas de una sociedad aún fuertemente anclada en las ideas racistas, ganándose la enemistad de muchos pero también el respeto de sus hermanos afroamericanos, que muchas décadas después siguen considerándole un héroe.
Jack Johnson, conocido como El gigante de Galveston, nació en 1878 hijo de antiguos esclavos. Pese a los esfuerzos de sus padres por darle la mejor educación posible, Jack dejó el colegio muy pronto para trabajar como estibador. Su envergadura y fuerza física excepcional acabaron llevándole al boxeo profesional, donde comenzó a tener éxito. Llamaba la atención su estilo defensivo, opuesto al uso del momento: antes que intentar noquear por la vía rápida a sus rivales, Johnson prefería castigarles lenta pero inexorablemente, buscando con paciencia el más mínimo error para derrotarles. Un estilo efectivo, pero no muy apreciado por parte de los especialistas.
Johnson logró su primer título en 1903, derrotando a Denver Martin en el combate por el mundial de los pesados reservado a púgiles de color: el título absoluto estaba vedado a los negros. Sólo en 1908 pudo ceñirse la máxima corona al vencer al canadiense Tommy Burns en Sidney, ante 20000 espectadores, en una pelea que tuvo que ser interrumpida por la policía. La victoria incendió la mecha de los prejuicios raciales, y comenzó la búsqueda apresurada de una “gran esperanza blanca” que fuera capaz de recuperar el título. Johnson se deshizo sucesivamente de varios de estos luchadores, a los que se enfrentaba a menudo en combates de exhibición.
El gran momento llegó en 1910, cuando el ex-campeón invicto James Jeffries decidió salir de su retiro y desafiar a Johnson a lo que se denominó entonces como el “combate del siglo”. La pelea tuvo lugar en Reno, y Johnson derrotó claramente al aspirante, haciéndose con una suculenta bolsa de 65000 dólares y sellando una vez más la boca a sus críticos. Por su parte, los negros celebraron su victoria como un hito en la lucha contra el racismo. En muchas ciudades la celebración invadió las calles, y lo que comenzó siendo una fiesta acabó convirtiéndose, por la intervención de la policía y grupos airados de blancos racistas, en una batalla campal que produjo más de 20 muertos y centenares de heridos. Una filmación del combate fue saboteada por un movimiento espontáneo liderado por el lobby cristiano y la policía, y no se estrenaría hasta mucho más tarde.
Johnson retuvo su título mundial hasta 1915, año en que lo perdió en La Habana ante Jess Willard, un cowboy de Kansas. Siguió boxeando hasta 1938, pero el paso de los años marcó su declive, perdiendo su último combate por K.O. técnico ante Walter Price. Jack Johnson fue mucho más que un deportista popular. Su propio estilo de vida suponía un desafío a todas las convenciones del momento; amante de los lujos, de las mujeres y de los coches y ropa caros, ganó mucho dinero como inventor de patentes médicas y desarrolló una gran ofición por la ópera y la historia (admiraba especialmente a Napoleón, con quien se identificaba). En 1920 abrió un club el Harlem que más tarde, adquirido por el gangster Owney Madden, se convertiría en el célebre Cotton Club.
Su actitud pública, desinhibida y a menudo desafiante, le granjeó numerosos problemas, así como su afición por el sexo opuesto: se casó tres veces, con tres mujeres blancas. En 1912 fue arrestado por tener una relación pública con una prostituta, cargo que hubo de afrontar de nuevo poco después y que le valió una condena a año y medio de cárcel que no cumplió, escapándose del país y viviendo en Europa, Sudamérica y México antes de regresar y entregarse a los federales en 1920.
Su agitada vida tocó su fin en junio de 1946, por culpa de un accidente de tráfico acaecido tras abandonar un restaurante donde se negaron a servirle. Su tumba permaneció anónima hasta que alguien colocó junto a ella una piedra con el nombre “Johnson”.
Johnson es el precedente más notable del que probablemente es el boxeador más popular de todos los tiempos: Muhammad Ali, que a menudo le reconoció como una de sus grandes influencias y cuya actitud orgullosa y provocativa tiene muchos puntos de contacto con la del antiguo campeón. Además, su figura ha inspirado varios documentales y películas, como La gran esperanza blanca (1970) o Unforgivable Blackness, de Ken Burns (2005). El trompetista Miles Davis, gran aficionado al boxeo, le dedicó su disco A Tribute To Jack Johnson (1970), y activistas del hip-hop como Mos Def le han recordado en sus letras.
Sus puños de acero dieron buena cuenta de muchos de sus rivales y contribuyeron a derrotar por K.O. los prejuicios racistas más duros y resistentes.

Mario Benso
Marzo, 2011